martes, 4 de diciembre de 2012

 SOBRE EL ESTRÉS


A menudo se transporta una pesada carga sin ser consciente y solo la aparición de trastornos físicos y mentales encienden la alarma de que algo no va bien. Y aunque es cierto que la sociedad nos impone constantemente obligaciones, muchas veces son auto impuestas, como la exigencia exagerada y el perfeccionismo, impulsos loables pero muchas veces inútiles y perjudiciales.

En esa espiral de cada vez más trabajo, mas obligaciones, más rendimiento, se llega a un punto en el que el cuerpo físico ya no es efectivo y el estrés llega a niveles inaguantables.

Tres señales indican que se ha llegado a ese punto peligroso:
1.   Si uno se siente victima de una tensión o nerviosismo exagerados
2.   Si el estrés es desproporcionado en intensidad o duración con respecto al estimulo que lo provoco
3.   Si interfiere en la vida cotidiana

Por supuesto, la tolerancia depende de la personalidad de cada uno, su entrenamiento y sus mecanismos adaptativos, pero si se llega a una situación insufrible, solo hay una solución: frenar o romper normas internas o externas que nos atan al esfuerzo continuado y nos han llevado a “pasarnos de revoluciones”

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